Un chocolate agradable, perfumado y ardiente. Del mismo sabor de la pasión, la batalla y el amor en fuga.

9.18.2011

"SOLO LA ANTROPOFAGIA NOS UNE"*

"Contra la Memoria como fuente de costumbre. La experiencia personal renovada."

*Oswald de Andrade, Manifiesto Antropofágico. 1928


Devorarse los mitos. El kanon. La historia. Con desparpajo, con inocencia, sin inocencia, con crudeza, con certezas, con incertezas. Con el apasionamiento de los cuerpos que se resisten a dejar de ser jovenes.
Romper el kanon para no ser repetición, para seguir pensando la política también como territorio de la pasión. Es decir, de lo inacabado, de lo imperfecto, de esa fuerza que es búsqueda que no se conforma, que no fetichiza. Que devora y deviene, transmuta, en algo nuevo.
Este proyecto de los "chocolates peronistas" surge de largas discusiones con los compañeros de la grieta. Discusiones que finalmente salen al ruedo en la revista digital LA GRIETA.
Pasen, lean, devoren, disfruten...

CHOCOLATERÍA PERONISTA


No cualquiera es comestible. Esto es evidente incluso en las culturas en las que la antropofagia ha sido sublimada.
Pero prefiero decir canibalismo, antes que antropofagia. Este otro término ha sido convertido por los brasileiros en un movimiento artístico, o en una forma artística y/o sofisticada de pensar. Nada de malo en eso. Pero, hoy, el que se dice su heredero y se llama antropófago, es un ser respetable que devora aspectos de otras culturas, trabajos de diversos autores y artistas y los incorpora a su cultura local de una manera sincrética y promiscua muy bien vista, una vez domesticada. El problema está en la domesticación.
El canibalismo, en cambio, sigue siendo salvaje. Su promiscuidad da asco. Su mezcla de lo tuyo y lo mío produce quejas hasta de los hippies. El canibalismo es escandaloso como lo sería ir de putas en una sociedad donde se predica y practica el amor libre. Y es porque el canibalismo sigue siendo real, sigue implicando que te comes a alguien. Sigue traumando a los uruguayos. Sigue, donde lo hay, siendo una necesidad espiritual y física.
Tradicionalmente, uno se come a otro para capturar sus energías, sus virtudes. Por eso el menú incluye guerreros fuertes y vírgenes bellas y fértiles. Los católicos se siguen comiendo a su dios cada domingo: buscan engullir sus virtudes, el amor por los demás, la fuerza para soportar daños y castigos inmerecidos. Jesús fue un gran guerrero y sus seguidores siguen repartiéndose su carne y su sangre.


Pero el canibalismo del que quiero hablar aquí es otro. También sublimado, un canibalismo en efigie. Otros queman en efigie a los gobernantes odiados, o a los enemigos (habitualmente un presidente o una bandera norteamericanos); nosotros nos comemos en efigie a los gobernantes amados. La serie “Chocolates peronistas” nos ofrece las caras de Evita, Perón, Kirchner, Cristina. También tendremos la oportunidad de cobrar fuerzas y ánimo de la casita peronista, la fábrica, la CGT y Pinto, el famoso caballo de las fotos.
Este canibalismo humorístico, alegre, simpático, no oculta ni desarticula en momento alguno que sigue siendo canibalismo. Como una retroalimentación de los peronistas actuales con sus ídolos y símbolos, pero sin rituales preestablecidos ni lecturas obligatorias. Son prescindibles también las contraseñas y los peajes: aquí es bienvenido a comer todo el mundo.



También el amor es caníbal. ¿Hace falta recordar aquí los ires y venires de tantas palabras entre el comer y el sexo?
Es mejor no dudar del erotismo implícito en este devorar a los héroes y las heroínas. De ahí el chocolate, sospecho, ya que libera en el cerebro la hormona serotonina (sobre todo en el de las mujeres) produciendo una tranquilidad y satisfacción parecidas a las que siguen al coito.


Otra certeza con la que podemos vivir es que la política es corporal. O siempre implica el cuerpo a cuerpo. O reúne los cuerpos en la Plaza para llorar o para celebrar o para defender. La política siempre nos dice cómo poner el cuerpo y dónde, y el que entra en política, aunque sólo sea fabricando chocolates, lo hace precisamente por eso: para poder decir algo sobre cómo poner el cuerpo y donde... con una bonita sugerencia acerca de lo que hay que poner EN ese cuerpo: chocolate y deseo.


9.17.2011

PERONES, EVITAS, NESTITOR y CRISTINITAS DE CHOCOLATE

por Jerónimo Pinedo



El peronismo, al menos el peronismo configurado por el mito icónico de sus conductores, no fue una total ruptura con la tradición. El peronismo que fue resistente porque antes fue Estado, también ansió tener sus propios mausoleos, con escarapelitas, cintas patrias, actos escolares y algunos bustos singulares, que pudieran ubicarse con igual dignidad de los otros, los del siglo XIX argentino, donde se forjaron, para cierto imaginario hoy escolar, los fundadores de la patria. El peronismo deseó, en su primer momento estatal, no romper el panteón fundacional sino ser considerado en él, mantenerlo abierto para poder entrar, negar que ese panteón se había cerrado. Eva era la primera que debía entrar, y entró tempranamente. Cuando los años de proscripción pretendieron negar definitivamente esa entrada o expulsar lo que ya estaba colocado, las sencillas figuras de bronce forjadas secretamente en algún taller industrial o a hurtadillas en el gabinete de materiales de algún colegio barrial, circularon como la prueba material, la representación sólida del don de una identidad declarada hereje por los nuevos hombres en el Estado.


La herejía del peronismo no fue romper ni transformar, sino afirmar que la historia nacional aún estaba por hacerse, abierta, y que le cabía un lugar, un principalísimo lugar en esa constante, permanente, fundación de la nación y del estado. Afirmar la fluidez del bronce para rechazar su estado sólido. De allí la herejía del peronismo, postular una historia abierta, por hacerse, y al mismo tiempo ubicarse como su principal acreedor. Lugar que otros, entre ellos, los auto-declarados herederos del anterior panteón, le negaban.


El peronismo, como movimiento político, ha sido profuso en su iconología, pero no disputó tanto las formas como los contenidos de esa iconología. Aceptó los bustos y las estatuas, no recusó el bronce, lo hizo fluido y lo vertió en nuevos moldes. Aceptó al Estado, la Nación y el Capital, pero les adicionó a ellos El Trabajador, la Justicia Social y lo Popular. Honró a San Martín y a Belgrano, pero pidió también un lugar para sí, y hasta trató de organizar su propia estatuaria.


Sabemos que esa historia no ha sido sencilla. Sabemos que el peronismo fue el mismo una controversia o varias. Y en una de sus vertientes controversiales ha sabido revisarse, parodiarse e incluso romperse, para volver a resurgir como un Ave Fénix. En ese peronismo que en la cultura contemporánea argentina va desde el Perón que inventó las letras de rock y el Bombita Rodríguez de Diego Capusoto hasta la Eva Shiva que golpea al niño gorila de Daniel Santoro, se ubican los bustos de chocolate de Fabiana di Luca. La pregunta, que podríamos atribuir a Leónidas Lamborguini, siempre es la misma: ¿es posible ejercer la crítica y el juego jocoso con los íconos sin caer en la banalidad o el improperio elitista contra el movimiento popular? ¿Es posible jugar con los símbolos sin desconocer el espesor histórico de un movimiento político, que al fin al cabo, desea ser reconocido en la historia oficial? ¿Es posible extraer de esa iconología popular y al mismo tiempo estatalista un nuevo plus de sentido, una nueva energía mítica? ¿Hay un tono burlesco que puede ser positivo, dinamizante, interior, que se contraponga al execrable “Viva el Cáncer” o al “Todo es culpa de la Yegua esa”?


La respuesta puede ser sí, si nos animamos a seguir jugando con su parte maldita y asumir la suciedad de la historia. El mensaje tiene que ir al menos en dos direcciones, contra los eslóganes de los profetas del odio y contra los propios impulsos de panteización o canonización. Todos sabemos que Perón no inventó las letras de rock, que Bombita Rodríguez nunca existió, y que Eva no era Shiva ni los gorilas niños. ¿Y si hubiera sido así? Los gorilas niños maleducados, Eva una rigurosa divinidad oriental, Perón un letrista alocado de Rock, los montoneros cantantes secundarios del Club del Clan, y los bustos de Perón, Eva, Cristina, Néstor y Hugo, figuritas de chocolate para saborear. Y si esto es imaginable, y no sólo posible, sino también necesario y realizable. En la medida que nos dice una y otra vez, en su desfiguración y transfiguración jocosa, que el peronismo aún no ha entregado todo de sí y que es posible y necesario esperar nuevas combinatorias de la aún productiva, muy productiva, constelación barroca.


Los chocolates de la fábrica peronista, para la familia peronista, con bustos peronistas (siempre falta alguno que debe ser olvidado o relegado para que la historia no se congele), elaborados para satisfacer el sabor de la dama y el caballero peronista, para disfrutarlos en la playa peronista, en matrimonio peronista (deberíamos decir igualitario), frente a tu neetbook nacional y popular, junto a tus compañeros de cooperativa, mientras puteas a Clarín y te haces amigo del facebook de 678, para comprar con lo que te queda de asignación universal y comer mientras miras el fútbol Para Todos en tu LCD comprado en sesenta cuotas, son eso, comestibles placenteros a los que Todos tenemos derecho. Es esa constelación barroca y fungible, deliciosa y consumible, sucia y jocosa, la que vale la pena habitar y saborear. El bronce es impenetrable y no sirve para comer, no nos interesa.

LOS PLIEGUES DE LA HISTORIA




El chocolate Perón es el mejor chocolate

Un francés no sabía cómo hacer para ganar algún dinero, cosa que les ocurre a muchos frances y aun a los que no lo son.

En tal emergencia inventó fabricar un chocolate especial y gastó hasta su último centavo en poner anuncios en los diarios.

Pero como sus medios eran escasos, los anuncios no podían ser ni muy largos ni muy explicativos y hubieron por fin de reducirse a un simple renglón que decía:

“El chocolate Perón es el mejor chocolate”.

Todos los habitantes de París primero, los de Francia después y los lectores de los diarios franceses de todo el mundo, leyeron durante años, el magistral anuncio y como los hombres tienen mucho de monos, verdad que se ha reconocido aun antes que Darwin demostrara nuestro parentesco con esos animales, todos a una leían y repetían: el chocolate Perón es el mejor chocolate.

Sea que fuera la costumbre de oír y repetir la mencionada afirmación, sea que alguien la tomara como verdad admitida, desde el primer momento, lo cierto es que por esa especialidad del género humano que consisten en hacer verdad de lo que no es a fuerza de repetirlo, llegó un día en que todos se convencieron de que, en efecto, el chocolate Perón era el mejor chocolate.

El anuncio sin contradicción había hecho su efecto; la casa de Perón era un verdadero jubileo y el mencionado Perón, expedía por precios fabulosos, una infame mercancía.

Hubo más, desde Madrid, que es la ciudad en que indudablemente se toma más chocolate, se solicitó facturas del señor Perón y una sucursal fué establecida en aquella corte y la reina no tomaba otro chocolate que el de Perón; comenzó la falsificaicón y hasta los mismos chocolateros que confeccionaban chocolate mejor que el de Perón, se vieron obligados a poner el rótulo francés a su chocolate, pues no tomando nadie sino chocolate de Perón, se exponían a quebrar si se obstinaban en vender otro chocolate.

El Papa, que también por aquella época tomaba chocolate Perón, viendo el éxito fabuloso obtenido por aquel anuncio lacónico y que importaba una sentencia, decidió usar el mismo método para afirmar su gobierno y ordenó a todos los papistas de la tierra, que no se cansaran de escribir y repetir esta frase plagiada del anuncio del chocolate: “el gobierno del Papa es el mejor gobierno”.

Pero los plagios suelen hacer una triste carrera, comparada con la que hacen las ideas primitivas y así, aunque durante muchos años, todos los periódicos ultramontanos decían: “el gobierno del Papa es el mejor de los gobiernos” y todos los devotos de la tierra repetían lo que esos diarios afirmaron, el gobierno del Papa no ganó muchos nuevos prosélitos.

En Buenos Aires, durante la lucha electoral que ha concluído, felizmente, por más que no lo confiesen los opositores de la prensa, hemos tenido la repetición del anuncio de Perón, aplicado con un éxito lamentable, a la política de la época.

Eduardo Wilde, agosto de 1874.
(pags. 180 a 182, Tiempo Perdido, Eduardo Wilde, Ediciones Jackson, circa 1900)


(hallazgo de Andrea Iriart Urruty. Gracias!)

9.11.2011

LISTO PARA GOLOSOS!!

Ya pueden hacer su pedido!!

Los Chocolates Peronistas de "La Fábrica" vienen en cajas
-grande(los 4 líderes + sus símbolos)
-mediana(los 4 líderes 0 2 líderes + 4 símbolos)
-chica(2 líderes + 1 símbolo)
-mini, la cajita individual


(solicitar lista de precios a fabidiluca@yahoo.com.ar)

Hay de diferentes sabores que combinan lo amargo y lo dulce del chocolate con algunos matices de condimentos especiales para volver más intenso y también placentera la degustacion del peronismo
-chocolate blanco (en algunos combinado con nueces)
-chocolate semiamargo (en algunos condimentado con chile rojo y pimienta negra molida)
-chocolate con leche (en algunos condimentado con canela y jenjibre)
Rellenos de:
-pasta bon o bon + cereales
-crema de avellanas + frutos secos
-chocolate semiargo + pasas al rhum + pimienta molida
-salsa de frutos rojos
-salsa de frutos rojos + frutos rojos al licor

y a disfrutar!!